
LA HEREDERA, The Heiress, William Wyler (1949)
Es irónico que hace 75 años una empoderada Olivia de Havilland brillase interpretando a Catherine Sloper. La protagonista de La heredera era todo lo contrario a ella: una mujer cohibida, sin chispa y obediente hasta la sumisión. En definitiva una hija de su tiempo, ya que la historia transcurre en la Nueva York de 1850.
OLIVIA DE HAVILLAND CONTRA LA METRO
Olivia de Havilland estuvo casi tres años batallando en los tribunales contra la Metro, para liberarse del yugo que mantenía a los actores sometidos a los caprichos del estudio. Casi tres años sin ingresos y apartada de la gran pantalla a la fuerza. Cuando al fin ganó el juicio en 1946, comenzó su etapa más libre y personal.
Olivia se fijó en la obra teatral de Broadway La heredera, basada a su vez en la novela de Henry James y quiso llevarla al cine. Escogió como director a William Wyler, que en sus años en la Metro estaba reservado para la estrella del estudio, Bette Davis.
El papel de Morris Thowsend, el galán del que se enamora la protagonista, estaba previsto para Errol Flynn (con el ánimo de rememorar los buenos tiempos de la pareja) pero en un acierto de casting, el elegido fue Montgomery Clift. El trío principal se completó con Ralph Richardson, el actor británico que también interpretó al despótico padre de Catherine en el teatro. Un personaje secundario pero con una presencia muy poderosa en el film, sus reflexiones sobre la protagonista caen como losas sobre Catherine y el espectador.
FINAL DEMOLEDOR
Aunque la película mantiene la estética teatral, ya que fue rodada en estudio, el absorbente entramado psicológico que se teje entre los personajes traspasa la pantalla.
La heredera es sobre todo la evolución de Catherine Sloper, que comienza su periplo con la mentalidad de una niña inocente y supeditada a la voluntad masculina (su padre primero y su prometido después) y termina la película totalmente transformada en un final demoledor. Olivia consiguió su segundo Óscar, y lo merecía ya sólo por esa escena en la que asciende por la escalera. En ella vemos a la mujer madura e independiente en la que se ha convertido, pero también el alto precio que ha pagado por el camino.