SABRINA, Billy Wilder (1954)
Aunque cueste creerlo hubo una época en la que Audrey Hepburn era una desconocida. Sí, amigos, en 1953 Hepburn no era más que otra actriz británica que debutaba en Hollywood con la entrañable Vacaciones en Roma (trabajo por el que consiguió su primer y único Óscar). A pesar de este debut promotedor, mientras rodaba Sabrina algunos sólo vieron en ella a una jovencita con la que había que repetir las tomas veinte veces (palabra de Humphrey Bogart).
RODAJE TURBULENTO
El rodaje de Sabrina fue bastante turbulento. Billy Wilder quería a Cary Grant para el papel de Linus, y seguramente hubiese sido un actor más adecuando para el rol que acabó interpretando Humphrey Bogart. El veterano actor se sentía inseguro en un género al que no estaba acostumbrado, le doblaba la edad a su pareja femenina y no se llevaba bien ni con el director ni con sus compañeros de rodaje. Audrey se decantaba por Bogart en pantalla pero en la vida real vivía un apasionado romance con William Holden. Y como colofón, el guión de la película no estaba terminado, así que Billy Wilder y Ernest Lehman debían trabajar a contrarreloj para tener material que rodar al día siguiente.
CUENTO DE CENICIENTA
A pesar de que estamos ante el archiconocido cuento de Cenicienta (aquí transformada en la hija del chófer de la millonaria familia Larrabee), podéis estar tranquilos, porque estando Billy Wilder a los mandos, lo convencional se torna novedoso. Así que lo que vais a encontrar en Sabrina es la historia que esperabais, pero con las suficientes dosis de originalidad para que olvidéis que ya la conocíais.
Y por encima de todo está el encanto innato de Audrey Hepburn que brilla en este título, con el que la actriz se ganó un lugar en el star system norteamericano y por extensión en el corazón de los espectadores de todo el mundo.
