
(Imagen, Póster promocional de Alta Fidelidad, Touchstone Pictures).
ALTA FIDELIDAD, High Fidelity, Stephen Frears, 2000
En el año 2000 el director británico Stephen Frears dirigió la adaptación al cine de la novela de su compatriota Nick Hornby, Alta fidelidad.
John Cusack representa magistralmente a Rob Gordon, una especie de Peter Pan treintañero que se esconde del mundo en la tienda de discos de vinilo que posee en Chicago, Championship Vinile. Cuando su novia Laura (Iben Hjejle) le abandona, Rob decide analizar sus problemas de la forma más madura y seria que se le ocurre, elaborando una lista con el Top 5 de sus rupturas sentimentales.
JACK BLACK Y TODD LOUISO, FRIKIS DE LA MÚSICA
Los secundarios que soportan (en todos los sentidos) al excéntrico protagonista son Barry y Dick, dos frikis de la música que trabajan gratis en su tienda. El primero es Jack Black que aquí construye, de nuevo, un personaje maravillosamente pasado de vueltas. Mientras que Dick (Todd Louiso), no puede ser más distinto, un osito de peluche tímido y achuchable. Dos figuras antagónicas que ponen la nota de color con sus discusiones, y tienen en común su pasión por la música.
JOHN CUSACK ROMPE LA CUARTA PARED
La película rompe la cuarta pared desde el principio, con un protagonista que analiza sus fantasmas emocionales dirigiéndose directamente al espectador.
Las letras y discos de The Kinks, Bob Dylan, Royal Trux, o Velvet Undergroud pululan por toda la trama como dioses a los que adorar. Entre todos componen una banda sonora de grandes temas de la música anglosajona que actúa como envoltorio de una mordaz comedia romántica. Romance que a su vez contiene en su interior la clave para afrontar una crisis de madurez .
Una comedia corrosiva, desvergonzada y un poco tramposa en la que veréis cómo se las gastan los melómanos existenciales.