
(Foto: Imdb)
En 1949 un artículo de James Agee para la revista Life ponía en valor la figura de Buster Keaton, colocándolo a la altura de las más grandes personalidades del cine mudo como Charles Chaplin o Harold Lloyd. Ese fue el comienzo de la segunda vida de un cómico genial, que había triunfado en los años veinte del siglo pasado para caer después en el olvido.
BUSTER ACRÓBATA, BUSTER DIRECTOR DE CINE
Nacido Joseph Frank Keaton en 1895, la Mohawk Medicine Company (la compañía de espectáculos itinerante de sus padres) fue la escuela donde Buster cimentó los dos pilares básicos de su carrera posterior. Allí recibió un soberbio entrenamiento acrobático que le sería útil más adelante, ya que el lenguaje corporal lo era todo en el cine mudo. Y otra lección que aprendió es que cuanto más serio se mostraba, más se reía el público.
En 1917 se independizó mudándose a Nueva York, donde dio sus primeros pasos en el cine como miembro del equipo del popular cómico Roscoe “Fatty” Arbuckle. Su debut cinematográfico fue en “The butcher boy”, 1917. Pronto el alumno aventajó al maestro y en 1920 ya tenía estudio propio financiado por el productor Joseph M.Schenck en el que rodaba sus propias películas de dos rollos.
ÉPOCA DORADA
Siguiendo la trayectoria autodidacta de sus contemporáneos más relevantes, en 1920 con su filme “One week” comienza una etapa de implicación total en sus proyectos que protagoniza, codirige y coescribe. Esta es la década dorada de Buster Keaton en la que ven la luz sus obras maestras: La ley de la hospitalidad, El moderno Sherlock Holmes, El maquinista de la General, o El héroe del río. En todas ellos brilla su dominio del gag físico mediante historias en las que el héroe, lucha a brazo partido contra las adversidades y los elementos desatados en su contra, sin que se asome la más leve sonrisa a su serio rostro.
Esa estoicidad fingida la va a necesitar en la vida real a partir de 1928 cuando cometa el mayor error de su carrera.
Buster Keaton, Parte II: Pinchad aquí.