
(Imagen: Imdb)
LA DILIGENCIA, The Stagecoach, John Ford, 1939
La diligencia se convirtió en el título que allá por 1939 dio empuje al género del western, que hasta entonces había estado empantanado en la serie B. Pero un título rodado con tal maestría narrativa no surgía por casualidad. Su director, John Ford llevaba a sus espaldas más de noventa títulos entre cine mudo y sonoro. Y John Wayne ayudante de utilería de Ford, tuvo al fin su oportunidad porque el director quería actores desconocidos que no eclipsaran el desarrollo de la historia.
NACE EL DUQUE
La primera parte es una presentación de los personajes que van a ocupar ese espacio cerrado que es la diligencia del título. Entre ellos se encuentra un banquero, un vendedor de whisky, un jugador de cartas, una prostituta (Claire Trevor) y un doctor borracho (Thomas Mitchell), ambos expulsados del pueblo por un grupo de personas que se ha erigido como la Liga por las buenas costumbres y la decencia. Y aún falta el delincuente convicto Ringo Kid (John Wayne), que para en seco la diligencia para subirse, en una escena que bien podría ser la metáfora de su entrada triunfal en el mundo del cine para erigirse en El Duque.
VIAJE REVELADOR
La diligencia sigue su camino hacia Lordsburg, convertida en una olla a presión, que va sometiendo a los personajes, (representantes de los distintos estamentos de la sociedad) a una tensión creciente, con la amenaza de un ataque indio en el horizonte. Éste acaba produciéndose en la tercera parte de la película, dando lugar a una secuencia de acción mil veces estudiada por otros directores.
Los pasajeros que suben a la diligencia no son los mismos que la abandonan al llegar a su destino. El trayecto sirve de viaje revelador, en el que los personajes proscritos se redimen y a los supuestos representantes morales de la sociedad se les acaba cayendo la falsa máscara de respetabilidad tras la que se esconden.
Un prodigio de western que lleva más de ochenta años inspirando el cine.
Especial John Ford (Parte II): Pinchad aquí.