
(Foto: Fox.es)
LOGAN, James Mangold, 2017
Si os digo que Logan es una película crepuscular, oscura, violenta y bien regada de hemoglobina, ya os hacéis una idea del tono que James Mangold imprime a la cinta. Todo en ella huele a amarga despedida de Hugh Jackman del papel de Lobezno, personaje al que nunca esperaríais ver tan derrotado.
Pero a pesar de recrearse en un ambiente decadente , Logan engancha.
LOBEZNO Y LAURA PERSEGUIDOS
La historia se sitúa en un futuro indeterminado, en el que el esplendor de la escuela de Charles Xavier (Patrick Stewart) ha quedado atrás. Logan malvive como conductor de limusinas, cuidando de un acabado profesor, que ya no puede controlar sus poderes. El lugar en el que se esconden, en la frontera con México, luce tan destartalado y falto de esperanza como los personajes que lo habitan.
Lo último que ambos necesitan es que Laura (Dafne Keen), una niña mutante, con poderes similares a los de Lobezno, se cruce en su camino para complicarles la existencia. Este encuentro pondrá en marcha una persecución en la que el villano cyborg Donald Pierce (Boyd Holbrook), no les dará tregua.
EL UNIVERSO X-MEN MUTA EN WESTERN
La auténtica mutación de Logan, es la de convertir el universo X-Men en un moderno western crepuscular, protagonizado por un “pistolero” en misión de redención. En la película se incluyen fragmentos del clásico Raíces profundas, como un leitmotiv que va anticipando el destino del héroe, y le sirve a Laura para abrir su propia ventana al mundo.
La principal virtud de Logan es que recibe con los brazos abiertos al público en general, funcionando como película independiente, fuera del universo X-Men. Y a la vez, cerrando de forma sorprendente la trilogía de Lobezno interpretada por Hugh Jackman.
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