
(Imagen: Christoph Waltz en Malditos Bastardos)
MALDITOS BASTARDOS, Inglourious Basterds, Quentin Tarantino, 2009
Quentin Tarantino nos mantiene en vilo con su auto cacareada amenaza de retirarse, así que el mundo impotente lleva la cuenta de sus películas. En ellas por el momento nos ha deleitado con su particular visión del hampa, de la venganza femenina, la esclavitud, o el Hollywood de los años 60.
LA II GUERRA MUNDIAL SEGÚN TARANTINO
Con semejantes antecedentes estaba claro que no iba a abstenerse de dar su versión de un hecho histórico clave: la Segunda Guerra Mundial, tema que abordó en su sexta película como director.
Fiel a su estilo, en “Malditos bastardos” Tarantino entrelaza tres historias independientes que convergen en un cine de París. Nada nuevo hasta ahora, sin embargo lo que hace de “Malditos Bastardos” una de sus apuestas más atrevidas es ese colofón en el que osa finiquitar la contienda más importante de la historia reciente con un final como mínimo “inesperado”.
Para esta película coral eligió rostros familiares del cine europeo, para que se codeasen con la versión zafia de Brad Pitt. Sin embargo la verdadera estrella de la función resultó ser un hasta entonces desconocido Christoph Waltz, el actor austríaco arrasó en todas las entregas de premios de la temporada con su papel de coronel Hans Landa.
HANS LANDA
Landa abre este filme que comienza como un western de Sergio Leone, cambiando el desierto de Almería por la Francia ocupada por los alemanes. El desconcertante estilo del coronel de la SS que pasa del humor bufonesco a la más abyecta crueldad marca el ritmo de una película donde lo ridículo puede dar paso a todo lo contrario, sea lo que sea.
Más allá de las sorpresas, podéis estar tranquilos porque encontraréis todas las señas de identidad del cine de Tarantino: personajes extremos, diálogos cargados de verborrea, violencia, venganza,… Lo esperado y lo inesperado se dan la mano en esta ucronía histórica made in Tarantino.
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