
(Imagen: Imdb)
ESPARTACO, Spartacus, Stanley Kubrick, 1960
La figura de Espartaco, (el esclavo tracio que se rebeló contra los romanos en el año 73 A.C) podría haber caído en el olvido de no ser por el empeño que el vital Kirk Douglas puso en el proyecto. Con esta película logró elevar al gladiador a la categoría de mito y dejar grabada en nuestra memoria cinéfila esa escena inolvidable al grito de “Yo soy Espartaco”
DOUGLAS VERSUS KUBRICK
Fue el propio Douglas el que compró los derechos de la novela y unió las fuerzas de su productora con la Universal para planificar el blockbuster que inauguraría los años 60, siguiendo la estela de otros grandes títulos históricos como Quo Vadis y Ben Hur. El resultado fue cine épico de altura que actualizaba el eterno conflicto entre “David y Goliath” haciendo vibrar a público y crítica.
Stanley Kubrick llegó a la película para sustituir a Anthony Mann de la mano de Kirk Douglas, que había trabajado con él en Senderos de gloria. Sin embargo durante la filmación sus desencuentros fueron tan frecuentes que se convirtió en su última colaboración conjunta y Kubrick siempre renegó de este trabajo, aunque fuese el trampolín de su carrera posterior.
JUSTICIA DELANTE Y DETRÁS DE LAS CÁMARAS
La grandilocuente historia que se cuenta en pantalla, tenía su reflejo tras la cámara. El filme se basó en la novela de Howard Fast, escritor que había pasado por la cárcel acusado de comunista. Además, el guión fue adaptado por Dalton Trumbo, uno de los “diez de Hollywood”, perseguido por el macarthismo, que también había sido encarcelado. Sus desencuentros con el Comité de Actividades Antiamericanas no impedían que siguiese escribiendo guiones que firmaba con nombre falso. La justicia triunfó en Espartaco, ya que ambos, Trumbo y Fast aparecieron en los créditos con su verdadero nombre.
Otra manera de gritar: “Yo soy Espartaco”
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