STANLEY KUBRICK (1928- 1999)

Si buscáis imágenes del director Stanley Kubrick , encontraréis fotos en blanco y negro de un hombre de gesto serio que os mira con ojos desafiantes. Ése era Mr. Kubrick.
El motivo por el que ha pasado a la posteridad no se debe a la cantidad de películas filmadas, trece largometrajes de ficción, ni a los premios obtenidos, sino más bien a la excelencia de sus trabajos. Demostraba en ellos una obsesión perfeccionista que daba pistas sobre una personalidad difícil, tanto que en ocasiones sacaba de quicio a sus colaboradores. Pero antes de catapultarse a lo más alto como director de culto, tuvo que subir varios peldaños.
En 1945, a la tierna edad de 17 años ya apuntaba maneras y consiguió convertirse en el fotógrafo más joven de la revista Look Magazine. De esta época han quedado reportajes sobre las calles del Nueva York o el Chicago de los años 40.
En 1951 comenzó una breve etapa como documentalista con títulos como Day of the fight o Flying Padre. A partir de ahí se volcó de lleno en su carrera cinematográfica.
Su primer éxito llegó en 1957 con Senderos de Gloria, un filme antibelicista protagonizado por Kirk Douglas. Con el mismo actor repitió en Espartaco, exitoso filme de 1960 con el que acabó de lanzar su carrera.
En su evolución como director iba demandando cada vez más control en las películas en las que se implicaba. A finales de los años 60 ya está preparado para rodar sus trabajos más personales, aquellos por los que se sigue hablando de él. Aquellos que tienen ese inconfundible sello Kubrick.
Repasemos aquí cinco de ellos.
2001 UNA ODISEA DEL ESPACIO, 2001 A Space Odyssey, 1968

El espejo en el que aún hoy se mira el cine de Ciencia Ficción.
Su mayor logro fue dotar de empaque un género que en aquel momento era carne de serie B. Se dice que varios elementos, ya se habían adelantado en películas poco conocidas como Ikarie XB-1 en la que pudo inspirarse Kubrick .
Lo que está claro es que no se tomó su cometido a la ligera. Contó con asesores de la talla de Carl Sagan o Arthur C. Clarke, el autor del libro El Centinela (cuento en el que se basa la cinta). Además de técnicos de la NASA para diseñar los decorados de una película que iba aumentando el presupuesto y retrasando la fecha de estreno de forma indirectamente proporcional.
El resultado es de sobra conocido:
Cuarenta minutos de diálogo en más de ciento cuarenta de metraje.
La elipsis más concentrada de la historia del cine: un hueso que se eleva impulsado por un pre-homínido para convertirse en nave espacial.
HAL9000 un ordenador con mucho que decir… con la voz original de Douglas Rain que acaba de fallecer este año.
Pura genialidad que convirtió a Kubrick en leyenda.
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LA NARANJA MECÁNICA, A Clockwork Orange, 1971

Más Ciencia Ficción, pero esta vez con los pies en la Tierra. En una futura sociedad distópica Alex DeLarge (Malcom McDowell), es el jefe de la banda de los Drugos, dedicada a pasatiempos tan edificantes como dar palizas, robar, violar y matar a sus semejantes. El dia que van un paso más allá y llegan al asesinato, DeLarge es detenido y sometido al programa experimental de reeducación Ludovico (la famosa escena de McDowell inmovilizado en una silla con los párpados abiertos con ganchos).
Kubrick rodó esta película para la productora Warner Bros, el director firmó un acuerdo que le daba el control total, incluso en la etapa de distribución. Para este rodaje necesitaron desarrollar técnicas de iluminación, micrófonos y cámaras más ligeras, exigencias del propio Kubrick para conseguir una escenografía impecable.
El largometraje fue muy taquillero, e incluso estuvo nominado a cuatro premios Oscar, sin embargo la polémica que lo acompañaba allí donde se estrenaba fue especialmente feroz en Reino Unido, país de residencia del director. Finalmente decidió dejar de exhibirlo, tras haberse producido varios delitos que emulaban escenas del filme y recibir amenazas de muerte.
El guión, escrito por Kubrick, se basó en una novela de Anthony Burguess conjugando una trama delirante, escenas ultra-violentas y un poderío visual hipnótico, al compás de la Novena Sinfonía de Beethoven.
Dos millones de dólares de presupuesto al servicio de una sátira excesiva y arriesgada con la que sólo Kubrick se hubiese atrevido.
BARRY LYNDON, 1975

Cambio de tercio, aquí Kubrick se lanza al cine histórico. Basada en el clásico de William Thackeray, “ La suerte de Barry Lyndon”, Ryan O´Neal y Marisa Berenson fueron los protagonistas de las aventuras de un irlandés de origen humilde, que logra ascender en la escala social.
Siendo una película de Stanley Kubrick, ya parece suficiente desafío tener que ambientarla en el siglo XVIII, cuidando al máximo el vestuario y el nivel de detalle que exigiría para rodar unas escenas inspiradas en cuadros de ese periodo. Pero no amigos, Kubrick era mucho Kubrick, y quería más. Quería meter al espectador no sólo en la película, sino también en la época. Que viésemos las imágenes con la iluminación que existía en aquel momento, lo que implicaba luz natural en exteriores, y velas de cera de abeja en interiores nocturnos.
La idea suena genial si no fuera porque no existían cámaras que pudiesen rodar en esas condiciones. La solución la encontraron en el uso de lentes Carl Zeiss de 50 mm especialmente diseñadas para la NASA y la fotografía de satélites. Supongo que no debió de ser tarea fácil adaptarlas a cámaras estándar y trabajar con ellas. Menos mal que el encargado de manejarlas sabía lo que se traía entre manos. John Alcott el director habitual de fotografía de Kubrick consiguió salir airoso, dejando para el recuerdo una belleza de película, fotografiada con tal realismo que podemos sumergirnos en pleno siglo XVIII.
EL RESPLANDOR, The Shining, 1980

Después de reflotar la Ciencia Ficción y fracasar en taquilla con Barry Lyndon, Stanley Kubrick se decantó por el género de terror. Anteriormente había querido dirigir El Exorcista, pero la Warner Bros no había accedido a concederle el control que exigía, así que finalmente decidió adaptar la novela de Stephen King del mismo título (el escritor por cierto, no quedó demasiado satisfecho con el resultado).
Cada rodaje de Kubrick daría para un libro, entre otras cosas por lo largos que resultaban. El del Resplandor duró casi un año y se rodó en orden cronológico.
Las escenas se filmaron una y otra vez hasta la extenuación del equipo, varias superaron las cien tomas. Los cambios de guión eran constantes y de un día para otro. La obsesión de Kubrick por el detalle llegaba a tal punto, que los quinientos folios de la supuesta novela de Jack Torrance, en la que se repite la frase “All work and no play makes Jack a dull boy”, estaban escritas por su secretaria personal, no solo las primeras hojas, sino todas.
También fue muy comentada la actitud tiránica de Kurbrick con Shelley Duvall, la actriz interpretaba el papel de Wendy, y tenía que dotarla de una personalidad frágil y sumisa, así que el director fue especialmente duro con ella para que se metiese en el papel.
Para Kubrick todo era válido con tal de conseguir esa atmósfera inquietante repleta de imágenes hipnóticas que se graban en la cabeza del espectador.
¿Quién no recuerda el recorrido frenético de Danny en triciclo por los interminables pasillos del hotel Overlook? Giros y más giros, imposibles de rodar con travelling. Las escenas se grabaron a ras de suelo por Garret Brown, el propio inventor de la incipiente Steadycam .
O las actuaciones de Jack Nicholson y Shelley Duvall con cara de locos, quién sabe si locos de verdad por obra y gracia de Mr. Kubrick.
EYES WIDE SHUT, 1999

Eyes Wide Shut cerró involuntariamente la filmografía de Kubrick, ya que murió antes de terminar el montaje. La repentina muerte del director, junto con el explosivo tráiler de presentación, hizo de Eyes Wide Shut un éxito de taquilla. La película se vio beneficiada por el morbo que aportaban sus protagonistas, Nichole Kidman y Tom Cruise, la pareja más cool del momento, y matrimonio en la vida real, enseñándolo casi todo.
Kubrick tomó de nuevo un material literario como punto de partida, en este caso una novela corta de Arthur Schnitzler titulada Relato soñado.
Kidman y Cruise interpretan a los Harford, un matrimonio de clase alta que regresa de una fiesta. Alice Harford, animada por unas caladas de marihuana, confiesa que hace unos años se sintió tan atraída por un desconocido que se alojaba en su mismo hotel, que podría haber renunciado a todo por pasar una noche con él. Aunque es un hecho del pasado, y no llegó a suceder nada, el marido queda impactado, y en ese estado de confusión debe salir para atender a un paciente.
Bill Harford se embarca entonces en una noche llena de tentaciones por las calles de Nueva York. Se cruzará con una prostituta con la que está a punto de sucumbir, recibirá el ofrecimiento de una adolescente, y como plato fuerte se colará en una orgía sexual orquestada por un peligroso grupo. Escenas rodadas por Kubrick con tal elegancia sensual que parecen ceremonias rituales, y destierran todo rastro de sordidez.
Tras las escenas oníricas de la noche, a la luz del nuevo día, las fantasías e infidelidades mentales de ambos deberán ser asumidas, o no, por la pareja.
Una película bella, sutil y llena de símbolos sexuales, políticos y esotéricos, que podrían analizarse en sucesivos visionados hasta el infinito.
Eyes Wide Shut supuso el epílogo en la carrera de un director adorado y odiado por igual. Sus fans se quedarán con ganas de ver sus proyectos más acariciados, como una película sobre Napoleón. El nivel de detalle del material reunido para esa película demuestra, una vez más, que Kubrick era un personaje tan obsesivo y excesivo como sus ficciones.
Lo que sí hay que concederle a Mr. Kubrick es que se ha atrevido con todos los géneros, y los ha abordado de forma ambiciosa, alejándose de lo corriente y buscando la excelencia en cada trabajo.
Nos deja películas cuyo rodaje supuso un auténtico desafío técnico, y muchas escenas que han pasado ya, a ser historia del cine. Ahí es nada Mr. Kubrick.