
(Foto: escena de la película. Fuente: Metro Goldwyn Mayer Studios)
UNO, DOS, TRES, Billy Wilder, 1961.
Bienvenidos a una de esas películas que harán que os toméis en serio la comedia. Sobre todo si es de Billy Wilder.
Uno, dos, tres reúne méritos suficientes para posicionarse entre las mejores del director, sin embargo un suceso histórico traumático empañó su estreno en 1961. La película se rodó el mismo verano en que fue construido el muro de Berlín, por lo tanto aunque Wilder exhibía su fino olfato, no parecía el momento idóneo para hacer bromas sobre Alemania.
COCA COLA EN BERLÍN
James Cagney es C.R. McNamara, el director de la fábrica de Coca Cola de Berlín Oeste. Un capitalista modelo, atrapado en una ciudad dividida entre un oeste en ruinas, en el que debe lidiar con subalternos en proceso de desnazificación, y el este repleto de comunistas vociferantes.
McNamara negocia introducir el refresco americano por excelencia en la Unión Soviética, pero todo pasa a segundo plano cuando su jefe en Estados Unidos envía a su hija (de tour por Europa), a pasar unos días a su casa. La descocada chica se enamora de un comunista del este, poniendo en peligro lo que más le importa a McNamara, su puesto de Jefe de operaciones en Londres.
LA DANZA DE LOS SABLES
Cagney está sencillamente insuperable. Exhibiendo una soltura para la comedia sólo al alcance de los más grandes, compone un McNamara de personalidad arrolladora. Un tipo inasequible al desaliento que aparece lanzado desde el principio, y jamás baja el ritmo.
Al grito de 1,2,3 en un “más difícil todavía”, se van sucediendo los entuertos. Nunca habréis visto una comedia tan disparatada, unos diálogos tan frenéticos, ni un desenlace más impredecible.
Disfrutaréis como enanos con una comedia loca al compás de esa Danza de los sables, a velocidad 4x, que no se os irá de la cabeza.
https://youtu.be/xRGUGXKfBMg